El que tiene autoestima inflada, también confunde lo que es con lo que hace. Pero para no sentirse mal, busca culpar y devaluar a los demás.
Veamos un ejemplo:
Supongamos que cometemos un error muy importante y alguien nos llama la atención o nos critica.
Pienso:
Yo nunca me equivoco, la culpa la tuvo...
Además, quien se cree para criticarme o reclamarme si yo se más que él.
Estos pensamientos generan sentimientos de coraje hacia los demás.
Como consecuencia, mi conducta es negativa:
no corrijo, no aprendo de mis errores y muy probablemente me desquite y le grite o insulte a otras personas.
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