Todos hemos vivido momentos de inseguridad, angustia o temor, ante un problema o situación, en donde no sabemos cómo actuar o solucionar.
Nuestros hijos viven esta situación con mucha mayor frecuencia.
Sus habilidades y capacidades son menores que las nuestras y sus problemas son, para ellos, grandes y graves.
Como adultos, muchos de los problemas o sufrimiento que viven los niños, nos parecen poco importantes.
Pero si los consideramos desde su punto de vista, de lo poco que pueden hacer al respecto y de su vulnerabilidad emocional, podemos entender mejor su respuesta.
Y es precisamente durante esos años, en los que se establece y desarrolla una autoestima alta y sana o una baja.
Dicha autoestima, va a determinar sus relaciones y conductas, éxitos o fracasos, a lo largo de toda su vida.
Aunque siempre podemos trabajar y mejorar nuestro nivel de autoestima, lo mejor es tratar de establecer buenas bases, desde su inicio.
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